miércoles, 10 de noviembre de 2010

Aventurarse

Esa mañana, distinta a las otras, despierto y con sueño, decide dejar su cama después de 4 días, en los que sólo dejaba la cama para ir a un baño improvisado con un agujero en la tierra de unos 80 centímetros de profundidad y 30 centímetros de diametro. Alrededor de dicho agujero había puesto unas bolsas con arena prensada, para no dañar el borde del agujero con los pies, y para evitar un accidente y ensuciar una de sus piernas mientras intentaba despojarse de sus desechos naturales.

Tal vez fue el olor repugnante a excrementos y orina lo que hizo que dejara su cama, o quizá el hambre que tenía, puesto que lo único que comía en esos días eran migas de pan con sorbos de leche y una que otra manzana.

Que hace que una persona exitosa y bien preparada decida dejar toda esa vida de triunfos y reconocimientos, para adoptar una nueva vida en un campo olvidado, sin comodidades y en condiciones en las que muchos no podrían pasar 20 minutos? Nunca se sabrá, el hecho es que después de 4 días en los que la comodidad es objetiva a cada uno, y en la que se sobrevive por los medios propios, él decide dejar su cama para aventurarse, nuevamente, campo adentro.

Por fin sentía paz y tranquilidad, sentía el silencio, sentía el ruido, caminar descalzo, gritar a su manera y sentir que por fin era dueño de su vida y su tiempo.

Tal vez fue culpa de los gritos que él dió o quizas su aroma, diferente a la de todo lo demás, lo que atrajo al feroz oso que no dudó en destrozar de una palmada la cara de asombro que tenía él al ver a tan gigantezco animal frente a él, salir de la nada.


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