martes, 22 de julio de 2008

Día 22

Todos los días despierto en una nube, donde espero sentado mientras se me pasa e sueño. Enciendo una ventana que me transporta a muchos lugares cuando me leo, cuando los leo. Es una ventana que no dejo mucho tiempo encendida porque tengo que preocuparme acerca de a donde voy en realidad.

De un brinco bajo de esa nube y toco tierra, fría tierra. Me visto con los trajes y atuendos que con paciencia seleccione el día anterior. Por una cascada de mármol, desciendo a un primer nivel donde lavo mi cara y e termino de acicalar, para luego ir a una cueva fresca por algo de comer.

Tengo precaución de dejar algo a la fiera que afuera espera, me dirijo a un portal que marca la diferencia entre dentro y fuera. Allí esta siempre la fiera, que es distraída por los pedazos de comida que fuera de mi mano vuelan. Rápidamente emprendo la huida y así estoy nuevamente afuera.

Por una llanura, atravieso el camino, para así llegar a mi destino. El punto de espera de un carruaje de metal conducido por dos, uno el que guía y el otro que custodia la entrada. Una vez dentro, navego por un rio de concreto, tan recto y tan plano como el horizonte antes de verse curvado por la forma terrestre.

Al bajar del carruaje, atravieso un lago de 6 carriles de concreto, pero esta vez no voy solo, junto a mi van muchos, no digo cuantos por no aprendí a contar hasta tanto. Estoy fuera de mi nube y aun sigo caminando en sueños, unos fáciles de cumplir y otros casi imposibles. Son solo sueños.

Soñano y soñando, me doy cuenta que el tiempo va pasando, y este carruaje de metal en el que me encuentro apenas en marcha se ha puesto, y lo que vea de ahora en adelante no lo puedo escribir por que el oleaje de este nuevo mar no me lo va a permitir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

quedo buenisima esta entrada!!

Está súper el escrito!

¿cómo va todo?

Trapped Martian dijo...

Va muy bien, sobre ruedas...
Gracias por gustar de lo q escribo... un beso