miércoles, 30 de julio de 2008
Día 30
Un extraño brote de felicidad había en mi corazón. No sabía a que era debido pero la verdad es que hoy me levante feliz. A las 6 am sonó la alarma del celular, lo apagué rápidamente y permanecí en esa nube por 10 minutos. Pasado ese tiempo, tomé el jean que había dormido a mi lado y me lo puse. Acto seguido las medias y los zapatos. De una manera fugaz me puse la camiseta, tome la billetera, el ticket para el almuerzo, el chapstick, la piedra del agradecimiento, las llaves, las gafas y otras cosillas más.
Estaba listo, bueno casi listo, me faltaba lavar mi cara con jabón de chocolate, dan ganas de comérselo. Así que entré al baño que esta en mi cuarto, abrí la pluma y Dios sabe lo fría que estaba el agua. Esa vaina despierta al que sea.
Una vez listo, bajé por las cascadas de mármol para ir al otro baño, en donde guardo el desodorante, la crema dental, la crema hidratante y otros productos de aseo personal. Me aplique esos productos y pasé a la cocina, en donde me esperaba el desayuno que había preparado la noche anterior. Quede satisfecho; al terminar de desayunar nuevamente fui al baño, pero esta vez a cepillarme los dientes y a peinarme el cabello, y tomar mas crema hidratante. Porque cuando lavé el plato me quite la que me había echado antes.
Luego me embarque en el carro que me llevaría a Rodoviária. Durante el camino iba hablando con el papá de Rafael y con su hermana, temas varios. De la ciudad, de Barranquilla, de los planes de salud. Hasta que llego el momento de partir en sentidos opuestos. Yo me baje en la Rodoviária y él siguió su camino al colegio de Camila.
Sentado en el bus empecé a escribir, lo hice hasta donde pude, hasta la parada 511 porque la siguiente era la mía. Durante la mañana permanecí en mí computador juicioso, solo interrumpí mí trabajo una vez para ir a la farmacia a comprar mas pastillas para la gripa. Después de eso todo transcurrió de manera normal.
A la hora del almuerzo comí bastantes verduras, papas y un poquito de pollo. Al finalizar el almuerzo, salí a hacer unas averiguaciones y me fue bien. Encontré un gimnasio que queda bastante cerca a la empresa y además es barato. Por lo menos más barato que el otro que tenía en mente. Me gusta mucho quedarme mirando al cielo, es azul y muy despejado. En el momento en el que lo hago me olvido de todo y solo vuelvo en mí cuando alguien me dice algo en la calle o cuando me digo a mi mismo que debo seguir adelante…
Estaba listo, bueno casi listo, me faltaba lavar mi cara con jabón de chocolate, dan ganas de comérselo. Así que entré al baño que esta en mi cuarto, abrí la pluma y Dios sabe lo fría que estaba el agua. Esa vaina despierta al que sea.
Una vez listo, bajé por las cascadas de mármol para ir al otro baño, en donde guardo el desodorante, la crema dental, la crema hidratante y otros productos de aseo personal. Me aplique esos productos y pasé a la cocina, en donde me esperaba el desayuno que había preparado la noche anterior. Quede satisfecho; al terminar de desayunar nuevamente fui al baño, pero esta vez a cepillarme los dientes y a peinarme el cabello, y tomar mas crema hidratante. Porque cuando lavé el plato me quite la que me había echado antes.
Luego me embarque en el carro que me llevaría a Rodoviária. Durante el camino iba hablando con el papá de Rafael y con su hermana, temas varios. De la ciudad, de Barranquilla, de los planes de salud. Hasta que llego el momento de partir en sentidos opuestos. Yo me baje en la Rodoviária y él siguió su camino al colegio de Camila.
Sentado en el bus empecé a escribir, lo hice hasta donde pude, hasta la parada 511 porque la siguiente era la mía. Durante la mañana permanecí en mí computador juicioso, solo interrumpí mí trabajo una vez para ir a la farmacia a comprar mas pastillas para la gripa. Después de eso todo transcurrió de manera normal.
A la hora del almuerzo comí bastantes verduras, papas y un poquito de pollo. Al finalizar el almuerzo, salí a hacer unas averiguaciones y me fue bien. Encontré un gimnasio que queda bastante cerca a la empresa y además es barato. Por lo menos más barato que el otro que tenía en mente. Me gusta mucho quedarme mirando al cielo, es azul y muy despejado. En el momento en el que lo hago me olvido de todo y solo vuelvo en mí cuando alguien me dice algo en la calle o cuando me digo a mi mismo que debo seguir adelante…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario