jueves, 26 de junio de 2008

Recuerdos

Me preguntaste que pensaba. Solo sonreí y sin responder nada seguí pensativo mirando a lo lejos. Solo recordaba…

Allí, sentado con mis piernas totalmente extendidas, en lo que parecía un balcón, no podía evitar observar con detenimiento el mundo exterior. No podía evitar observarte a ti. A lo lejos se veía un semáforo, verde 30 segundos, amarillo 10 segundos, rojo 30 segundos.

Te puedo decir que no conté cuantas veces cambio el semáforo, pero si estuve pendiente de las personas que iban en los carros. Es raro como me identificaba con cada carro. Es como si en mi vida he estado siempre en frente de semáforos, unos más largos que otros. Unos se demoran bastante en rojo, otros no demoran nada en verde y la transición en amarillo a veces ni se siente.

Sentado, tenía unas ganas de abrazarte, no era por el frío bumangués, ni por las ráfagas de viento que llegaban sigilosas y se escabullían en medio de nosotros. En eso pensaba, en que te quería abrazar, besar y no podía en aquella tarde bumanguesa. No podía, no porque no quisieras, sino que no era debido. Se darían cuenta tus padres y por ende los míos, se daría cuenta la gente.

Derrotado por la situación, me quise conformar con recordarte. Ayudo bastante, pero no lo suficiente. Te recordé en todos esas situaciones en los que felices somos porque no hay nadie con nosotros, en todos esos viajes por carretera en donde en mis brazos dormida terminabas, en todas esas veces que me mirabas, en los abrazos maravillosos que quisiéramos fueran por siempre.

Es raro como yo te pensaba y al mismo tiempo me preguntaba que estarías pensando tú. Entonces allí sentado a tu lado en aquel balcón miraba lo rápido que mi semáforo cambiaba a verde marcando así la hora de mi partida.

No hay comentarios: